Nos encanta la historia que acabamos de descubrir detrás de Meir, una persona anómala tanto en su comunidad judía como con sus amigos surfers.
Meir se crió en una familia laica donde su única religión desde los 12 años fueron las olas. A los 21 hizo un viaje alrededor del mundo para coger olas y así fue como conoció a su esposa Nava en Filipinas. Ambos se mudaron a Jerusalén y junto a sus seis hijos siguen una curiosa vida que mezcla la tradición judía con su pasión por el surf. Para Meir, su fe religiosa ha mejorado sus aptitudes para el surf: "Surfear en el mar abierto agudiza mis pensamientos, me relaja y mejora mi coordinación"
El escritor y surfer Gai Shtienberg documentó la vida de Meir y su familia durante seis meses: “Es una criatura poco común tanto en su grupo de estudios religiosos como con sus amigos surfers. Sin embargo, ambos grupos lo aceptan con amor.”